El investigador del INTA Balcarce, Pablo Abbate, realizó una experimentación que aportó datos e información sobre la importancia de conseguir una siembra de calidad.
¿Hasta qué punto el trigo puede compensar ausencia de plantas en el surco? Esa fue la pregunta disparadora que decidió el investigador del INTA Balcarce, Pablo Abbate, y que tuvo un resultado sorprendente, desde el punto de vista económico: conseguir una buena cobertura puede representar hasta 75 dólares más por hectárea.
“Si bien existía alguna información internacional sobre el análisis de cobertura, cuando empezamos a buscar datos locales nos dimos cuenta de que no había”, reconoce el investigador.
Por eso, la última campaña se llevó adelante un estudio de investigación por medio de un ensayo que implicó el raleo de plantas. Para esto se buscó un lote con un cultivo de trigo, en estado de macollaje, muy bien sembrado y con nacimiento homogéneo.
A partir de este punto de partida, se hizo una extracción manual de las plantas, simulando la ausencia entre surcos y generando manchones dentro del lote de 15 centímetros a 2 metros. A partir de ahí se midió qué capacidad tenía el cultivo de recuperar rinde.
Para Abbate, evaluar la calidad de implantación con drones, que en este caso se hizo con tecnología de DroneScope.ag, es la mejor forma de corregir los errores en la próxima campaña.
La conclusión es contundente: las mermas en productividad variaron entre 24 y 72 kilos por hectárea por cada punto de cobertura perdida, con una media de 45 kilos.
“Aumentar 10 puntos la cobertura de surco, por ejemplo, de 72% a 82%, equivale a sumar 250 kilos por hectárea de rinde en un cultivo que rindió 35 quintales por hectárea, o bien, en términos económicos, conseguir 75 dólares de ingreso adicional con precios de 300 dólares la tonelada”, afirma el investigador.
FERTILIZACIÓN
Sin embargo, el aporte de los drones es solo el principio. Con la foto en la mano “se puede reajustar la fertilización de acuerdo al rendimiento esperado y decidir la dosis de nitrógeno óptima para el cultivo”.
De acuerdo a Abbate, la ventaja que tiene el dron, que no aportan otras tecnologías, es volver a ver el mismo punto del campo secuencialmente y a través del tiempo. “Podés hacer una primera evaluación y una segunda para ver si se recuperó o no”, dice.
Por ende, a la hora de arribar a diagnósticos precisos, oportunos y rápidos, los drones se han vuelto grandes aliados tecnológicos.
Volviendo a tema de las fallas de siembra, éstas están entre las grandes variables a corregir para reducir pérdidas de rendimiento. A veces, por la sembradora o porque la cosechadora dejó una gran acumulación de rastrojo, el lote se vuelve muy heterogéneo. Así, la recuperación del cultivo depende de muchas variables como la disponibilidad hídrica, la variedad elegida pero también la nutrición.
Fuente: Infocampo